FAMILIA

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Enseñar a gestionar la frustración

Aunque a veces lo más sencillo (y, probablemente, lo que más nos apetezca) sea evitar al niño las situaciones arriesgadas, peligrosas o molestas; éste es un comportamiento que no le aportará nada bueno en el futuro. ¿Quieres saber por qué?
Gestionar la frustracion | Tiching
La sobreprotección deja al niño sin herramientas ni recursos propios para enfrentar el fracaso, ya que siempre acaba consiguiendo lo que quiere y no vivencia experiencias negativas, por lo que tampoco aprende a enfrentarse a ellas.
Enseñar a gestionar la frustración es una tarea complicada, tanto en casa como en clase, pero necesaria. El objetivo al final es enseñar a nuestro alumnado a ser felices, y para ello es necesario saber afrontar los errores y aprender de ellos. ¿Te faltan ideas para empezar? Te recomendamos algunas pautas a tener en cuenta:
  1. Da la vuelta a los fracasos: ¿Y si dejamos de hablar de fracasos y hablamos de nuevos retos? Todas las cosas que no salen como esperábamos son una nueva oportunidad de aprendizaje, lo importante es darse cuenta de dónde nos hemos equivocado para que no vuelva a ocurrir.
  2. Competir no es el objetivo: Potencia las actividades cooperativas en tu aula, que ganar no sea la principal motivación. Los valores que transmitimos de esta forma son mucho más constructivos y positivos, tanto para los más pequeños como para la sociedad en la que vivirán. No obstante, si incluyes algún juego competitivo, aprovecha para que aprendan a perder y a ganar, respetando siempre al contrario.
  3. Deja que vivan sus propias frustraciones: Intenta no pararles cuando estén a punto de equivocarse, deben hacerlo para poder aprender de ello. Así, además, fomentarás su iniciativa personal, su autonomía y evitaremos que tengan miedo a hacer las cosas por sí mismos. Son todo ventajas, ¿verdad?
  4. Marca objetivos razonables, pero que requieran esfuerzo: Adapta los retos a su edad y sus capacidades, pero confiando en que pueden llegar bien lejos. Acompáñalos durante el proceso, para recordarles que lo deben seguir intentando y deben abandonar ante la primera dificultad.
  5. Habla con ellos sobre cómo se sienten: Dales ocasión para que compartan sus sentimientos, sus errores y sus fracasos. Razonad juntos, para que entiendan lo que ha pasado y lo que ha salido mal. Será necesario haber creado previamente un clima de confianza y apoyo.

Escuela de padres: Como enseñar a tolerar las frustraciones en los niños

1º. Deje que viva las pequeñas frustraciones de cada día, no se las evite constantemente.
2º. Eviten una sobreprotección excesiva, sin poner en riesgo su seguridad, pero dejen al niño que experimente que se equivoque…
3º. No le concedan todos los caprichos.
4º. Aumenten su autonomía personal: todo lo que los niños de 3 años suelen hacer en cuanto vestido, aseo, comida… debe hacerlo solo, sin su ayuda.
5º. Cuando llore por pequeñas cosas, no acuda inmediatamente a consolarlo.
6º. Evite que las cosas sean inmediatamente a que él las pida. Dígale que “no” a aquello que no sea conveniente, sin dar demasiadas explicaciones.
7º. Utilice con frecuencia la estrategia de “aquello…después de hacer esto”.
8º. Enséñele exigiéndole que las actividades se comienzan, se realizan y se terminan.
9º. Enséñele a actuar ante la frustración, para ello haga de modelo en situaciones en las que ustedes se sienten frustrados: verbalice sus pensamientos en voz alta y actúe adecuadamente.
10º. Elogie los logros del niño en este aspecto.
11º. Que las expresiones de frustración del niño no cambie sus decisiones iniciales.

Decálogo para un niño lector:
 1. La lectura está relacionada con la paciencia, con la concentración y con la observación del mundo, con la curiosidad.
 2. Hay que leer en voz alta a los niños, y no hay que pensar que el libro que tiene más texto es el mejor. Una manera de empezar son los libros de ilustraciones.
 3. Prolongar el tiempo de lecturas en común.
 4.  Cuando el niño empieza a tener cierta movilidad, cierta independencia, enseñar al niño el camino a la librería más próxima. Cuando ya tenemos cierta confianza dejarle ir solo. Hay que relacionar el acto de leer con ser independiente, con ser mayor.
 5. Hacer que el niño se haga miembro de la biblioteca pública que tenga más próxima. A los niños les encanta tener un carnet. Allí los niños aprenden a tener responsabilidad, coger un libro, tomarlo prestado, leerlo, devolverlo.
 6. No presumas delante de tu hijo de piratear libros.
 7. No hay que ser pesado en los libros que se recomiendan. Igual cuando son pequeños les gustan libros que no tienen valor literario, pero sirven. Hay que leer libros buenos y malos, siempre.
 8. Dejar claro a los niños que la siesta de los padres en verano es sagrada. No pueden hacer ruido y tienen que aburrirse. El aburrimiento ha hecho muchos niños lectores.
 9. No pensar que el hecho de abrumar a nuestros hijos con actividades el fin de semana nos hace mejores padres. Hay veces que simplemente un fin de semana en que uno está en casa, un rato de salir a la calle, un rato de lectura, un rato de estar tranquilamente con los niños,… es mucho mejor que salir a mil sitios.
 10. Dejar un pequeño espacio al niño. Un estante donde nuestro hijo vaya haciendo una colección de libros. La sensación de pertenencia del objeto en sí provoca una relación íntima con los libros.
En definitiva hay que enseñar a los niños a ser un poco más tranquilos, menos nerviosos y tener más paciencia. Eso les dará un mayor poder de concentración.


EXTRACTO DEL PLAN DE CONVIVENCIA DEL CENTRO
LA TRAGEDIA SILENCIOSA QUE SE ESTÁ DESARROLLANDO EN NUESTROS HOGARES

Hay una tragedia silenciosa que se está desarrollando hoy por hoy en nuestros hogares, y concierne a nuestras más preciosas joyas: nuestros hijos. ¡Nuestros hijos están en un estado emocional devastador! En los últimos 15 años, los investigadores nos han regalado estadísticas cada vez más alarmantes sobre un aumento agudo y constante de enfermedad mental infantil que ahora está alcanzando proporciones epidémicas:



Las estadísticas no mienten:

• 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental.

• Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH.

• Se ha notado un aumento del 37% en la depresión adolescente.

• Se ha notado un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años.

¿Qué es lo que está pasando y qué estamos haciendo mal?

Los niños de hoy están siendo sobre-estimulados y sobre-regalados de objetos materiales, pero están privados de los fundamentos de una infancia sana, tales como:

• Padres emocionalmente disponibles.
• Limites claramente definidos.
• Responsabilidades.
• Nutrición equilibrada y un sueño adecuado.
• Movimiento en general pero especialmente al aire libre.
• Juego creativo, interacción social, oportunidades de juego no estructurados y espacios para el aburrimiento.

En cambio, estos últimos años se ha llenado a los niños de:
• Padres distraídos digitalmente.
• Padres indulgentes y permisivos que dejan que los niños "gobiernen el mundo" y sean quienes pongan las reglas.
• Un sentido de derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtenerlo.
• Sueño inadecuado y nutrición desequilibrada.
• Un estilo de vida sedentario.
• Estimulación sin fin, niñeras tecnológicas, gratificación instantánea y ausencia de momentos aburridos.

¿Qué hacer?
Si queremos que nuestros hijos sean individuos felices y saludables, tenemos que despertar y volver a lo básico. ¡Todavía es posible! Muchas familias ven mejoras inmediatas luego de semanas de implementar las siguientes recomendaciones:

• Establezca límites y recuerde que usted es el capitán del barco. Sus hijos se sentirán más seguros al saber que usted tiene el control del timón.
• Ofrezca a los niños un estilo de vida equilibrado lleno de lo que los niños NECESITAN, no sólo de lo que QUIEREN. No tenga miedo de decir "no" a sus hijos si lo que quieren no es lo que necesitan.
• Proporcione alimentos nutritivos y limite la comida chatarra.
• Pase por lo menos una hora al día al aire libre haciendo actividades como: ciclismo, caminata, pesca, observación de aves/insectos.
• Disfrute de una cena familiar diaria sin teléfonos inteligentes o tecnología que los distraiga.
• Jueguen juegos de mesa como familia o si los niños son muy chiquitos para juegos de mesa, déjese llevar por sus intereses y permita que sean ellos quienes manden en el juego.
• Involucre a sus hijos en alguna tarea o quehacer del hogar de acuerdo a su edad (doblar la ropa, ordenar los juguetes, colgar la ropa, desembalar los víveres, poner la mesa, dar de comer al perro etc.).
• Implemente una rutina de sueño consistente para asegurar que su hijo duerma lo suficiente. Los horarios serán aún más importantes para los niños de edad escolar.
• Enseñar responsabilidad e independencia. No los proteja en exceso contra toda frustración o toda equivocación. Equivocarse les ayudará a desarrollar resiliencia y aprenderán a superar los desafíos de la vida.
• No cargue la mochila de sus hijos, no lleve sus mochilas, no les lleve la tarea que se olvidaron, no les pele los plátanos ni les pele las naranjas si lo pueden hacer por sí solos (4-5 años). En vez de darles el pez, enséñeles a pescar.
• Enséñeles a esperar y a retrasar la gratificación.
• Proporcione oportunidades para el "aburrimiento", ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta. No se sienta responsable de mantener siempre a los niños entretenidos.
• No use la tecnología como una cura para el aburrimiento, ni lo ofrezca al primer segundo de inactividad.
• Evite el uso de la tecnología durante las comidas, en automóviles, restaurantes, centros comerciales. Utilice estos momentos como oportunidades para socializar entrenando así a los cerebros a saber funcionar cuando estén en modo: "aburrimiento".
• Ayúdeles a crear un "frasco del aburrimiento" con ideas de actividades para cuando están aburridos.
• Esté emocionalmente disponible para conectarse con los niños y enseñarles auto-regulación y habilidades sociales.
• Apague los teléfonos por la noche cuando los niños tengan que ir a la cama para evitar la distracción digital.
• Conviértase en un regulador o entrenador emocional de sus hijos. Enséñeles a reconocer y a gestionar sus propias frustraciones e ira.
• Enséñeles a saludar, a tomar turnos, a compartir sin quedarse sin nada, a decir gracias y por favor, a reconocer el error y disculparse (no los obligue), sea modelo de todos esos valores que inculca.
• Conéctese emocionalmente: sonría, abrace, bese, cosquillee, lea, baile, salte, juegue o gatee con ellos.

Sandra Ramirez
Fuente: Victoria Prooday



Eva Millet: «La sobreprotección infantil está produciendo niños altar o hiponiños»
La autora ahonda en el fenómeno de la crianza helicóptero que con tanto éxito trató en Hiperpaternidad
      De padres que cargan la mochila, persiguen a sus hijos con el bocadillo por el parque, y todos los días preguntan en el grupo de WhatsApp del colegio qué deberes tienen sus niños para el día siguiente... hijos como los que describe la periodista Eva Millet en su libro «Hiperniños», menores que de tanto que sus padres les han dado durante su infancia, de mayores no pueden hacer nada ellos por sí mismos.
      No se trata, prosigue, «de señalar a los progenitores que lo están haciendo mal. Pero sí decirles que nos tenemos que relajar, y que hay otras opciones. La crianza es un proceso a largo plazo, donde los resultados no salen a golpe del clic. Ahora hay muchos que están formando muy pronto al niño, para que a los diez años sea un pequeño Mozart».
- Usted señala que esa hiperpaternidad que lo da todo, y lleva a sus hijos a los colegios más caros, las mejores extraescolares, y las vacaciones más estrambóticas no funciona.
- La hiperpaternidad no da la felicidad. Pero no lo digo yo, lo dicen los expertos a los que he entrevistado. Esta sobreprotección infantil lo que está produciendo son niños altar o niños mueble.           
Afecta a toda la familia, hace que vivan muy estresados, porque se sienten que no son lo suficientemente buenos, que no le están dando al niño lo suficiente para que triunfen. Y ojo, afecta especialmente a las madres… que son conscientes de que nunca le dan suficientemente al niño para que esté hiperformado.
Ser feliz requiere carácter. La educación no es simplemente dotar de conocimientos y experiencias mágicas —del tipo llevarle a Disney a los cinco años, o ver a Papá Noel en Laponia ¡y en privado!...— que se piensa que hay que dar para que los niños sean felices. Como dice el filósofo José Antonio Marina, «la educación es la suma de conocimientos y la formación del carácter». El carácter son los recursos para ejecutar la formación. La constancia, el esfuerzo, la resiliencia, la empatía… El carácter son muchas cosas.
Y sobre todo, una que también es importantísima y que se nos olvida a menudo:la tolerancia a la frustración. Porque la frustración te acompaña toda la vida. Cuidado, no se trata de educarlos como los espartanos, pero sí que tengan herramientas para tolerar la frustración. Hay esta idea de que hay que darles todo y de que no se pueden frustrar porque van a ser infelices, y parece según los expertos que es justo todo lo contrario.
De la mano de la frustración están los limites.
- Es un concepto que afortunadamente cada vez se reivindican más. No puedes crecer sin límites, los niños los buscan, los adolescentes también. Los quieren y los necesitan. La educación es la suma de afecto y límites, ese es el binomio. Se han de poner pronto…
El fenómeno de la hiperpaternidad también está caracterizado por padres que tienen mucha presión para que sus hijos triunfen. Usted señala que es más habitual entre las clases medias y altas.
- En la hiperparternidad el hijo es un proyecto de los padres, porque se ve como un producto a gestionar. Son los padres CEO y sí, la tendencia es que el fenómeno se de en las clases medias y altas porque como decimos llevan al niño al mejor colegio, les apuntan a extraescolares de cinco en cinco, y cuanto más extravagantes, mejor.
Respecto a las extraescolares, ¿dónde está el término medio? Muchas familias no ven posible prescindir por falta de conciliación laboral.
- Es cierto. Cada familia es un mundo. Pero las extraescolares se están poniendo demasiado pronto, y demasiadas a la vez. Están arrebatando tiempo para el juego. Y creo que jugar es la mejor extraescolar. Jugando no solo desarrollan tolerancia a la frustración. También la creatividad, o el trabajo en equipo... La hiperpaternidad lo ve como una pérdida de tiempo, pero el juego es fundamental y es la esencia de la infancia. Quizás habría que plantearse si no es posible que entre algunas madres se turnen para recoger a los niños e ir al parque. Desde luego, lo que no podemos hacer es arrebatarles el tiempo como lo estamos haciendo.
Dice usted que los colegios empiezan a estar anonadados.
- Sí. Están viendo que la colaboración de los padres, que de por sí es una cosa fantástica, se está convirtiendo en intromisión. El hiperpadre, en este afán de crear el mundo perfecto para el hijo perfecto, interviene en el menú, en cómo da las clases el profesor, en la oferta de extraescolares… Está pasando. Las escuelas cada vez están cada vez más cuestionadas y exigidas. Existe esta idea de que el niño es tan especial y único que este tiene que tener una educación especial y única. Los centros escolares se volverían locos si se tuvieran que adaptar de esa forma a cada niño.
- Esta situación está dando lugar a una figura nueva, que usted desvela, que son los hipertutores en los centros escolares.
- Se ven casos donde los niños han dejado de ser los interlocutores, y hablo de Secundaria, de adolescentes, donde son los padres los que hablan con el maestro en un momento en el que el chaval ya puede defender sus argumentos… Son pocos casos, pero es una figura que está apareciendo. Se establece un vínculo que no separa familia de especialista. Se pone al mismo nivel. Es verdad que hay que ayudar al alumno, pero se trabaja más desde la compasión que desde la resiliencia, el esfuerzo, la superación… Hoy con los correos electrónicos, los WhatsApps… No hace falta ese control exhaustivo.
En Estados Unidos esto está dando lugar a que se generalice una situación de «ansiedad extrema» que se ha extendido entre los adolescentes, y que según distintos estudios la sufren el 62% de alumnos de Secundaria. De hecho, está derivando en que existan unos protocolos para estos alumnos tan sumamente frágiles que no pueden afrontar un examen porque se quedan paralizados.
Son adolescentes con un Instagram de imágenes perfectas, pero la realidad es que están ansiosos, paralizados algunos por la ansiedad. Porque son como niños pequeños, son hiponiños o hipohijos, que no pueden hacer nada sin que sus papás les ayuden, completamente dependientes. Y una cosa muy interesante, está apareciendo también el miedo a fallar, a equivocarse, como una nueva plaga, que si no gestionan en la infancia acabará en fobia.
- En el libro se habla también de la moda de impartir la educación emocional en los colegios, «cuando los mejor posicionados para impartir esta materia son los padres», señala.
- La base de la educación emocional es la empatía. En la hiperpaternidad se le dice al niño que él es fantástico, pero para que una autoestima funcione tiene que ir acompañada de empatía, que es una herramienta más del carácter. Y la conclusión de todo lo que digo en mi obra es que no tenemos que educar un hijo perfecto, sino criar personas. Educar personas, que es lo que necesitamos, no seres perfectos. Entiendo que cuesta relajarse, porque hay mucha oferta, mucha competitividad, y los padres que se relajan sienten que ponen en desventaja a sus hijos. Porque este modelo no funciona, no da la felicidad. Muchas veces la hiperpaternidad tiene que ver con la desconfianza en nuestras capacidades. Pero los hijos no quieren padres perfectos: quieren que les quieran, que les pongan límites, y que confíen en ellos, y también en su propia labor como progenitores.

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